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miércoles, 30 de diciembre de 2015

2015, año sin igual...

Llegamos al final del 2015, con más problemas sin resolver que el año anterior: Por ejemplo, la seguridad pública, esta mañana leía un encabezado de un periódico digital donde decían que el país está por ser el líder de los países centroamericanos por su violencia criminal.  Recuerdo que a principios del año, la propaganda política del gobierno era que la policía comunitaria, resolvería los problemas de crímenes y de extorciones de las comunidades salvadoreñas.  Lo cierto, no fue así y continuamos con el juego del cuilio y ladrón.

La empresa privada salvadoreña tomo su papel muy enserio y contrató los servicios de asesoría en seguridad pública de Rudoph Giuliani para que con su visión de solucionador de problemas, ayudara a recuperar los terrenos perdidos ante los delincuentes, el documento producido para resolver el problema, fue entregado al gobierno del FMLN pero nunca ejecutado, engavetada y sepultada la propuesta de ANEP.  Dieron pie a una nueva visión del gobierno Efemelenista, de bien necesario, los actos delincuenciales porque los oxigena para la venta, divulgación y aprobación de sus necesidades, sedientos de más impuestos.

Como muy bien lo han señalado los expertos en seguridad pública, el Consejo de Seguridad no ha servido para nada, solo para alimentar a los expertos que se sientan a platicar paja sobre seguridad pública, sin llegar a una verdadera política pública que disminuya la delincuencia y accionar de los mareros en los territorios perdidos ante el control de los pandilleros.

La población que vivió en esas comunidades, perdieron su libertad de acción, al abandonar los territorios, convirtiéndose en una nueva masa poblacional de desplazados.  Lea usted, si el Plan El Salvador Seguro, dio bola…  Le falto una estrategia definida de recuperación de los territorios vencidos ante la inoperancia de los encargados y responsables de sostener la integridad territorial.  El solo hecho, que un joven salvadoreño no pueda moverse libre y antojadizo por los vecindarios del país, demuestra que las autoridades actuales son incapaces de sostener las libertades individuales.

La juventud salvadoreña y los docentes de las escuelas públicas, viven con incertidumbre y faltos de imaginarse un futuro progresista de su propio desarrollo humano. Al contemplar sus comunidades tomadas por el miedo infundado por el terror a no regresar con vida al final de la labor diaria.  También se desarrolla el pensamiento del amaneceré mañana.  Porque la habitación es incapaz de protegernos de los toques nocturnos de las ya acostumbradas masacres de familias.  El desafío de recuperar la salud mental de las comunidades y de su juventud está planteado.  Requerirá un gran esfuerzo innovador de los catedráticos universitarios como de los empresarios para que logremos sobrepasar al fantasma del terror infundado por las maras salvadoreñas.