Llegamos al final del 2015, con más
problemas sin resolver que el año anterior: Por ejemplo, la seguridad pública,
esta mañana leía un encabezado de un periódico digital donde decían que el país
está por ser el líder de los países centroamericanos por su violencia criminal. Recuerdo que a principios del año, la
propaganda política del gobierno era que la policía comunitaria, resolvería los
problemas de crímenes y de extorciones de las comunidades salvadoreñas. Lo cierto, no fue así y continuamos con el
juego del cuilio y ladrón.
La empresa privada salvadoreña tomo
su papel muy enserio y contrató los servicios de asesoría en seguridad pública de
Rudoph Giuliani para que con su visión de solucionador de problemas, ayudara a
recuperar los terrenos perdidos ante los delincuentes, el documento producido
para resolver el problema, fue entregado al gobierno del FMLN pero nunca
ejecutado, engavetada y sepultada la propuesta de ANEP. Dieron pie a una nueva visión del gobierno Efemelenista,
de bien necesario, los actos delincuenciales porque los oxigena para la venta, divulgación
y aprobación de sus necesidades, sedientos de más impuestos.
Como muy bien lo han señalado los
expertos en seguridad pública, el Consejo de Seguridad no ha servido para nada,
solo para alimentar a los expertos que se sientan a platicar paja sobre
seguridad pública, sin llegar a una verdadera política pública que disminuya la
delincuencia y accionar de los mareros en los territorios perdidos ante el
control de los pandilleros.
La población que vivió en esas
comunidades, perdieron su libertad de acción, al abandonar los territorios, convirtiéndose
en una nueva masa poblacional de desplazados.
Lea usted, si el Plan El Salvador Seguro, dio bola… Le falto una estrategia definida de recuperación
de los territorios vencidos ante la inoperancia de los encargados y responsables
de sostener la integridad territorial. El
solo hecho, que un joven salvadoreño no pueda moverse libre y antojadizo por
los vecindarios del país, demuestra que las autoridades actuales son incapaces
de sostener las libertades individuales.
La juventud salvadoreña y los
docentes de las escuelas públicas, viven con incertidumbre y faltos de imaginarse
un futuro progresista de su propio desarrollo humano. Al contemplar sus comunidades
tomadas por el miedo infundado por el terror a no regresar con vida al final de
la labor diaria. También se desarrolla
el pensamiento del amaneceré mañana. Porque la habitación es incapaz de
protegernos de los toques nocturnos de las ya acostumbradas masacres de familias. El desafío de recuperar la salud mental de
las comunidades y de su juventud está planteado. Requerirá un gran esfuerzo innovador de los catedráticos
universitarios como de los empresarios para que logremos sobrepasar al fantasma
del terror infundado por las maras salvadoreñas.